Hoy es mi cumpleaños, y al igual que en muchos otros días especiales, uno espera sentirse especial, rodeado de cariño y atención de las personas que nos importan. Sin embargo, este año algo diferente ha sucedido: me dijeron que no recibiré ningún ‘Me gusta’ porque soy feo. Al principio, estas palabras me dolieron, me hicieron cuestionar mi valor y mi apariencia, pero también me dieron la oportunidad de reflexionar sobre lo que realmente significa ser valorado y querido en un mundo que pone tanta importancia en las apariencias.

Vivimos en una sociedad donde las redes sociales juegan un papel fundamental en nuestras vidas. Cada uno de nosotros, al publicar una foto, un estado o un pensamiento, espera alguna forma de validación, ya sea en forma de ‘Me gusta’, comentarios o simplemente ser visto por otros. Esta validación se ha convertido en una medida de éxito y aceptación, especialmente en plataformas como Instagram, Facebook y Twitter. Sin embargo, lo que pocos se atreven a admitir es que la cantidad de ‘Me gusta’ no siempre refleja el verdadero valor de una persona.
El comentario de que no recibiría ningún ‘Me gusta’ porque soy feo resuena en un lugar profundo. ¿Qué es la belleza? ¿Es la belleza algo absoluto, algo que puede medirse en términos de normas estéticas, o es algo subjetivo, algo que depende de los ojos de quien mira? Si nos guiamos solo por los estándares de belleza impuestos por los medios de comunicación, la moda o incluso las redes sociales, entonces probablemente nunca nadie cumpliría con todos los requisitos para ser considerado “hermoso”. Todos tenemos características que nos hacen únicos, y eso incluye nuestras imperfecciones.
A lo largo de los años, he aprendido que la belleza no reside solo en lo físico. De hecho, la belleza más genuina proviene de lo que somos como personas: nuestros valores, nuestras acciones, nuestra capacidad de empatizar con los demás, nuestra creatividad y, lo más importante, nuestra autenticidad. Y aunque es cierto que las redes sociales pueden ser un espejo distorsionado de la realidad, debemos recordar que las opiniones de los demás no definen quiénes somos. Somos más que un número de ‘Me gusta’ o comentarios.

En este cumpleaños, me doy cuenta de que el verdadero amor y aprecio no se mide en la cantidad de interacciones virtuales. Las personas que realmente me valoran, aquellas que me conocen profundamente, no lo hacen basándose en la apariencia. Mis amigos cercanos, mi familia, esas personas que han estado a mi lado durante los momentos buenos y malos, no me aman porque cumpla con un estándar físico, sino porque conocen mi corazón, mis luchas, mis sueños y mis valores.
De hecho, la importancia que le damos a las apariencias nos aleja de lo que realmente importa. Nos hemos acostumbrado a medirnos unos a otros con una regla superficial y a ignorar lo que realmente nos hace especiales. Si nos detenemos a reflexionar, todos tenemos algo que nos hace únicos. Cada persona tiene una historia, una personalidad, una visión del mundo que no puede ser capturada por una imagen o un ‘Me gusta’ en una red social.
No me malinterpreten. No estoy diciendo que debamos dejar de apreciar lo que es estéticamente agradable. La belleza en sus diferentes formas es algo que puede ser disfrutado, pero también debe ser entendido como algo más profundo. La belleza real no está en los filtros ni en las imágenes cuidadosamente curadas. La verdadera belleza radica en la honestidad, en ser fieles a uno mismo y en la forma en que tratamos a los demás.

Entonces, ¿es cierto que no recibiré ningún ‘Me gusta’ porque soy feo? Tal vez sí, tal vez no. Pero lo que realmente importa es que, en este cumpleaños, me he dado cuenta de que mi valor no depende de la aprobación ajena. Las personas que me quieren y me aprecian no lo hacen porque cumpla con un determinado estándar de belleza, sino porque me aceptan tal y como soy. Y eso, para mí, es más valioso que cualquier número de ‘Me gusta’ en el mundo.
En resumen, las apariencias son solo una parte de lo que somos, y aunque las redes sociales a veces nos hagan sentir inseguros, debemos recordar que lo que realmente importa es lo que hay dentro de nosotros. No dejemos que las opiniones superficiales definan nuestra autoestima ni nuestro valor. En este cumpleaños, celebro mi vida, mis imperfecciones y la belleza que reside en ser auténtico.